¿Qué preocupa a los piuranos?

El contraste se encuentra en los sectores agrícola y pesquero, afectados directamente por los fenómenos naturales que experimentó el norte del país el año pasado. Productos agrícolas clave como el mango, el maíz amarillo duro, el algodón y la uva tuvieron caídas superiores al 25%. A la par, la alta temperatura del mar afectó las temporadas de la anchoveta y disminuyó el desembarque de otras especies en los muelles de Paita y Bayóvar. Otro sector muy afectado en el 2023 fue la construcción, con una caída del 16% en su producción.

Construcción, pesca y agricultura son sectores relevantes en términos de empleo, por lo que su mal desempeño implica una caída en el ingreso familiar piurano y, por ende, un aumento en la pobreza. De hecho, durante el 2023, la pobreza aumentó en Piura en 2.6 puntos porcentuales, un incremento mayor al promedio nacional. Con este aumento, una de cada tres familias piuranas (33%) vive en una situación en la que no genera ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas (alimentación, vivienda, salud, educación, etcétera). Incluso, es alarmante que, respecto al nivel prepandémico, la pobreza haya aumentado un 37% en la región Piura.

Ahora bien, no todos estos problemas económicos han sido generados por la pandemia o por los fenómenos naturales del 2023. Existen brechas sociales y de infraestructura que impiden el correcto desarrollo económico de la región. La Red de Estudios para el Desarrollo (Redes) ha identificado algunas. Cito parte de ellas: solo uno de cada seis hogares piuranos tiene agua de manera continua las 24 horas del día; casi la mitad de las instituciones educativas públicas de la región necesitan ser reconstruidas en su totalidad, lo cual requiere de una inversión 40 veces mayor que el presupuesto de educación del Gore Piura. Además, el 97% de los establecimientos de salud del primer nivel de atención no cuenta con la capacidad adecuada para atender al público; y, somos la segunda región con menos médicos por habitante del país.

Ante estas brechas, lo deseable sería tener autoridades enfocadas en maximizar el alcance de su presupuesto asignado; pero la data indica lo contrario. En los últimos cinco años, el Gore Piura solo ejecutó el 55% del presupuesto destinado a obras públicas. Más de 2,000 millones de soles se podrían haber invertido para mejorar las condiciones de vida de los piuranos. En lo que va del año (enero-agosto), el avance es del 45.8%, con aún más de la mitad del presupuesto por ejecutar en un año en el que se busca la recuperación económica de varios sectores.

En medio de este panorama sombrío, las expectativas económicas para el rendimiento a corto plazo de la economía peruana han mejorado. Además, el cambio en la temperatura que se viene experimentando desde abril-mayo, junto a indicadores adelantados del sector pesquero y agrícola, deberían reflejarse en mejoras significativas para ambos sectores. Ya el BCR Piura estima que el sector agrícola piurano creció un 40% en junio de este año, en comparación con junio del año pasado.

Sin embargo, el espectro político pinta muy complicado y no debe dejarse al margen en un análisis económico del país. Muchas autoridades están en medio de investigaciones, y sus incentivos no están alineados con los de la población. Con este panorama, es difícil esperar reformas que realmente permitan mejorar la productividad o que incentiven la inverksión privada.

Es probable que, a fin de año, a nivel nacional, alcancemos un crecimiento cercano a 3%. Sin embargo, debemos ir más allá de esa cifra. ¿Realmente crecer a ese ritmo permitirá mejorar sostenidamente la condición de los millones de peruanos que viven en situación de pobreza? ¿Podremos crear empleo suficiente para absorber a toda la población joven piurana? O, como en generaciones anteriores, ¿los jóvenes se verán obligados a recurrir al sector informal para subsistir? De seguir con la misma dinámica de los últimos años, lamentablemente, parece que ese será el camino que la nueva generación tendrá que transitar.